miércoles, 18 de octubre de 2017

Está todo atado y bien atado

Hace poco veía algo positivo en el tema del proceso catalán, el auge de una ultraderecha postfranquista que había empezado a sacar la cabeza después de los atentados de Barcelona, y que ahora, tras lo acaecido en Cataluña, se muestra sin ningún tipo de tapujo, alegando que están orgullosos de ser españoles.

Los vemos en las redes sociales, con una banderita, colgando enlaces de diarios ultraderechistas como mediterraneodigital, lagaceta, y similares.

Los vemos en los grupos de whatsapp, entre tus conocidos, enviándote videos estúpidos y sin sentido, que demuestran que los catalanes son malos, muy malos.

Se han quitado la careta, y alardean del postfranquismo inhibido, ese que intenta por todos los medios demostrar que la guerra civil no fue un golpe de estado, sino consecuencia de los errores de la república, donde reinaba el caos y la anarquía, y donde los españoles de bien se vieron obligados a levantarse para imponer el bien.

Lo que no hemos visto en 5 años, una Cataluña violenta, se muestra ahora caricaturizada, poniendo como héroes a los que fueron despedidos en sus localidades de origen con gritos de "a por ellos", y que gritaban a las cámaras de paisano "que nos dejen actuar".

Ha aflorado una ultraderecha patriobajera que recoge lo más cañí y vergonzoso de España, haciéndolo suyo, incluyendo en esa marea lo mismo una canción de manolo Escobar que la Constitución. Repito, haciéndolo suyo. Como todo buen fascismo sabe hacer. O estás conmigo, o están contra mí. O eres de mi "España" o eres enemigo de cualquier España. Uniformando, renegando de las singularidades.

Miles de limitados mentales, sin más estudios que la EGB en la mayoría de los casos, gente sin oficio ni beneficio, que apenas llegan a fin de mes, que han sufrido en sus carnes las consecuencias de la crisis, se han puesto en los ojos la venda rojigualda y han dejado de ver la corrupción, los recortes, la manipulación informativa, el latrocinio generalizado, y están pidiendo más centralismo, más corrupción, más recortes, más mordaza, más estado policial, más fascismo.

Esto empieza a ser normal en Europa. España no es diferente salvo en que nuestro fascismo es más cañí, más postfranquista. Pero con una diferencia.

En Europa, aunque sea por mantener las formas, a esa ultraderecha se la aisla. En Europa el fascismo perdió la segunda guerra mundial. En España en cambio la ganó. Y después de gobernar durante 40 años de placidez, como decía Mayor Oreja, se ha sentido durante muchos años muy cómodo dentro del Pepé, que lo disimula en su seno, aunque a veces se marque vergonzosamente.

Pero ahora ha aflorado. Y pide al propio Pepé una mano dura que éste no puede proporcionar. No puede eliminar las comunidades autónomas, no puede entrar a sangre y fuego en Cataluña. Pero no puede desilusionar a sus votantes, sobre todo a éstos, que son la sangre joven del partido. Porque esta ultraderecha no son jubilados nostálgicos. Son bastante jóvenes, de esos que compiten por las ayudas sociales con inmigrantes, y que han sido aleccionados en tres pilares del fascismo: la inmigración, la unidad de España y contra el feminismo.

¿Esta nueva derecha puede votar a partidos de ultraderecha? Sí, pero en España todo está atado y bien atado.

Y Ciudadanos de repente ha encontrado su hueco, para aquello para lo que nació. Se están mostrando beligerantes contra Cataluña. Están pidiendo la aplicación del 155, se muestran favorables de desmantelar Cataluña.

Parten de unas premisas erróneas. Hablan de igualdad entre los ciudadanos de todas las regiones de España, pero para ello plantean aumentar el centralismo, eliminando las comunidades autónomas.

Hablan de preservar Cataluña española, pero destruyendo su singularidad.

En definitiva, hablan de igualdad en base a la uniformidad. Fascismo.

Y son los que van a captar el voto ultraderechista postfranquista que se le pueda escapar al Pepé. Por lo que todo queda en casa. Ya que el Pepé podrá seguir gobernando y ganando elecciones con el apoyo de la ultraderecha... sin tener necesidad de pactar con ella.

Y los que no queremos pertenecer a esa "España" uniforme e irreal, imaginada, que se ha quedado con todos los símbolos de la patria, hasta con la Constitución y la Monarquía que parecía que habían dado por finalizado el régimen franquista, somos bolivarianos, antiespañoles, separatistas... enemigos del fascismo que se está instaurando en el imaginario popular en forma de patriobajerismo cañí.

Está todo atado y bien atado.

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