jueves, 17 de diciembre de 2015

Los grandes damnificados del fin del bipartidismo

Ahí están las cuatro candidaturas principales. El PP, que parece el favorito para quedar primero, parece que no va a sacar muchos más escaños de los que sacó el PSOE en la gran debacle de 2011, cuando se decía que había tocado fondo. Y Pedro Sánchez ahora firmaría por repetir ese resultado.
 
Todos hablan de esos 4 partidos, PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. Entre ellos se formará el gobierno. Tendrán que coaligarse o como mínimo apoyarse. Pero hay otros partidos de los que ya nadie habla y que van a dejar de ser las llaves de la gobernabilidad.
 
Desaparecen los nacionalistas.
 
Lo van a hacer a dos niveles. A nivel nacional, su influencia va a desaparecer. Ya no se van a repetir aquellos tiempos en los que se tenían que apoyar en PNV o CiU para gobernar o para sacar adelante determinadas leyes, pagando un alto precio por ello. Su presencia va a ser testimonial.
 
Y a nivel local, se está viendo una serie de efectos cuanto menos sorprendentes. Los partidos nacionalistas de izquierdas, como la inexpugnable Bildu en Euskadi y Navarra o ERC en Cataluña, van a sufrir una importante sangría de votos hacia Podemos, que también pesca del PSOE y de la desaparecida en combate IU. El nacionalismo de derechas, el PNV y el CDC (o como se llame ahora) catalán no parece que sufran demasiado, pero se quedan solos con su vela.
 
Aquí además se producen dos fenómenos a señalar. La desaparición del PP en Cataluña a favor de Ciudadanos contrasta con la nula presencia del partido naranja en Euskadi, donde además ni siquiera UPyD, que nació aquí, parece que vaya a tener demasiados votos.
 
A partir del 20D vamos a tener un congreso de difícil gobernabilidad, que se traducirá posiblemente en un gobierno en minoría con un férreo control parlamentario, un gobierno que no podrá apoyarse en los nacionalistas.
 
Y viene la segunda parte. Si los partidos vascos y catalanes no tienen influencia, el autogobierno en ambas comunidades se verá mermado, por lo que es posible que la tensión nacionalista aumente, y lo que está pasando en Cataluña se traslade a Euskadi y Navarra.
 
Pase lo que pase el 20 D, auguro un par de años de difícil gobernabilidad, en los que los dos partidos nuevos tendrán que demostrar lo que valen mientras desgastan al que se quede en el poder para un asalto definitivo, sumado a una tensión territorial sin precedentes. Nos reiremos del plan Ibarretxe y las ocurrencias de Mas.
 
Pero es que las revoluciones no suelen ser plácidas.

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